(Artículo original de las Revista Semana)
Joshua Foer está de gira por Estados Unidos para presentar su libro ‘Moonwalking with Einstein’, en el que prueba que no es necesario ser un genio para tener una memoria prodigiosa. |
EXPERIMENTO. Un nuevo libro cuenta la historia de cómo un periodista gringo pasó de ser un tipo olvidadizo a memorizar en un minuto y medio el orden de una baraja de naipes.
Por encargo de la revista digital Slate, Joshua Foer, un joven periodista de Washington, viajó a Nueva York en 2005 para cubrir el Campeonato de Memoria de Estados Unidos. Anualmente el evento congrega a cientos de personas de todos los rincones del país con un solo propósito: descubrir quién es capaz de grabarse en el menor tiempo posible el apellido de docenas de extraños, miles de números al azar, poemas enteros y el orden de barajas de naipes. En esa oportunidad se llevó el trofeo Ram Kolli, un analista financiero de 25 años. Pero más allá de lo "extraño" que podía resultar el certamen, a Foer le pareció muy raro que ninguno de los participantes admitiera que tenía un "don sobrenatural". En lugar de eso decían que el secreto para tener una memoria prodigiosa estaba en disciplinar el cerebro. En pocas palabras, no era necesario ser un genio para concursar.
Incrédulo, Foer decidió poner a prueba sus capacidades y durante un año se sometió a una serie de ejercicios para mejorar su memoria. El resultado del experimento es Moonwalking with Einstein, un libro publicado hace pocos días en el que cuenta paso a paso cómo logró convertirse en el campeón nacional de memoria de 2006. El muchacho, por entonces de 23 años, recibió un adelanto de 1,2 millones de dólares por el texto y le ofrecieron hacer una película. A finales de febrero pasado la revista dominical del diario The New York Times publicó algunos apartes de la obra y hoy, cuando apenas han transcurrido unas semanas desde su lanzamiento, está entre las más vendidas de Amazon.com.
Foer se considera un tipo común que antes de adquirir una "supermemoria" administraba una página en Internet que recomienda destinos raros para viajar. "En el mejor de los casos tenía una memoria promedio -escribe en el libro-. Entre las cosas que olvidaba con frecuencia: dónde ponía las llaves de mi carro; la comida en el horno; el cumpleaños de ni novia; nuestro aniversario; el día de San Valentín; limpiar la entrada de la casa de mis papás; el número de celular de mis amigos; por qué abrí la puerta de la nevera; cargar mi teléfono; bajar la tapa del inodoro...". Un inventario de fechas y tareas elementales que cualquier persona descuida sin darse cuenta.
Fue gracias a Ed Cooke, un británico capaz de recitar de memoria un poema de 10.000 versos, que Foer aprendió las técnicas para aprovechar al máximo el potencial de su mente. La idea de la que partió es que el cerebro humano recuerda mejor imágenes y lugares que conceptos abstractos. El truco consiste en reemplazar cosas aburridas por imágenes coloridas y chistosas, de modo que sean difíciles de olvidar. Pero para que el método sea aún más efectivo es necesario crear una especie de "edificio mental" donde ubicar los objetos. Si se trata de memorizar una lista de mercado basta con imaginar, por ejemplo, a la modelo alemana Claudia Schiffer nadando en queso ricota en una piscina.
Para lograrlo, el reportero tuvo que escoger y visitar lugares conocidos donde "alojaría" las cosas que pretendía memorizar. Luego, tomó la costumbre de sentarse cada mañana frente a su escritorio durante diez o quince minutos para aprenderse un poema o una lista de nombres de un anuario. Con el tiempo, lo que empezó como un ejercicio periodístico se convirtió en una obsesión. En lugar de llevar el diario para leer en el metro, Foer aprovechaba el recorrido para retener el orden de una baraja de cartas. Cuando caminaba por su barrio se grababa las placas de los carros y en el supermercado hacía lo mismo con la lista de compras y las etiquetas de los productos.
El entrenamiento iba bien hasta que un día sintió que se había estancado. "No importaba cuánto practicara, no podía memorizar una carta en menos de diez segundos", explica en el libro. La razón es que su mente estaba cómoda en ese punto y por eso no se esforzaba más. Pero Foer, en vez de dejar tirado el experimento, trató de encontrar sus fallas y corregirlas. Pocos meses después logró llegar a la final del Campeonato de Memoria de Estados Unidos y enfrentarse a cientos de "atletas mentales" de todo el país. Compró unas orejeras, unos tapones y unas gafas de esquí que pintó de negro para estar lo más concentrado posible. Su principal contrincante era el campeón vigente, Ram Kolli, de quien había escrito para Slate. Luego de memorizar nombres, números y versos inéditos, la prueba que definiría al vencedor consistía en recordar el orden de una baraja. Foer entonces asoció cada carta con una imagen sin sentido. Una de ellas era Albert Einstein bailando como Michael Jackson, con mocasines y guantes de diamantes. De ahí fue de donde salió el título del libro, que en español sería algo así como El baile lunar de Einstein.
Le tomó un minuto y 40 segundos memorizar los naipes. "Reconocí de inmediato que no solo era el mejor tiempo desde que había empezado mis prácticas, sino que acababa de romper el récord nacional, que estaba en un minuto y 55 segundos", relata Foer. Esa vez fue él quien se llevó el primer puesto, por lo que más tarde tuvo que representar a Estados Unidos en el Campeonato Mundial de Mnemotecnia. No ganó, pero le enseñó a prestarle más atención al mundo que lo rodea. Y, sobre todo, ya no necesita tener una libreta a la mano para anotar los teléfonos de sus amigos ni escribir en un Post-it el cumpleaños de su novia.
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